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SOBRE EL MATRIMONIO by Pepe Burglary ( Pepe Burglary blog)

SOBRE EL MATRIMONIO by Pepe Burglary ( Pepe Burglary blog) A propósito de los nuevos matrimonios homosexuales, he escuchado últimamente una serie de objeciones hechas por quienes entienden que la figura del matrimonio es un concepto reservado para una unión entre personas de distinto sexo. Sin embargo, no estoy en absoluto de acuerdo con esta concepción matrimonial. En primer lugar, debemos tener en cuenta que el matrimonio es una pura convención social. El matrimonio, como ceremonia de unión a través de la cual se declara frente a todos la unión entre dos personas, es un puro concepto social. Una manera en la que la sociedad considera celebrado un compromiso interpersonal. No me sirven las teorías de quienes afirman que el matrimonio es un vínculo de carácter metafísico encarnado en la finalidad heterosexual de quienes puedan llevar a cabo la procreación. El matrimonio no es una creación divina sino una sacramentalidad de la sociedad, sea de la civil o de la religiosa. Una forma para reconocer públicamente que dos personas se comprometen a vivir, se supone que para el resto de sus días, una junto a la otra. Para nada interviene, por tanto, la finalidad familiar que pretenden atribuirle algunos.

Cosa distinta es que a lo largo de los siglos, la unión entre un hombre y una mujer se haya manifestado a través de la figura del matrimonio. Pero nada tiene que ver el matrimonio, como institución en sí, con la finalidad procreadora en la que algunos pretenden sustentarla. Por eso entiendo que el matrimonio es una convención social, porque la única fórmula conyugal que la civilización ha admitido hasta la fecha ha sido esa. ¿Qué diferencia encontramos, pues, entre un chico y una chica que se unen y tienen hijos, y estos mismos cuando se prometen amor eterno ante un párroco o un Juez? La finalidad teleológica quedaría cumplida en ambos casos, pero mientras en el primero no existe formalidad matrimonial alguna, en la segundo, en cambio, sí.

Por ello, la circunstancia de que sólo un hombre y una mujer puedan unirse para llevar a cabo la reproducción humana no obsta para que puedan existir otro tipo de uniones maritales de distinta naturaleza, como la homosexual. Y no hallo ningún inconveniente porque, insisto, la finalidad reproductora no puede confundirse con la convención social que supone el matrimonio. Es decir, si la sociedad admite, asume y conviene que ha llegado el momento en el que dos personas que se quieren puedan compartir, a través de la institución del matrimonio, su vida, la sociedad habrá dado definitivamente carta de naturaleza a una realidad merecedora del mismo trato jurídico que el que ha venido recibiendo secularmente la unión de un hombre y una mujer.

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